foto de Eva Lewitus |
El patio en aquella lluvia copiosa y ruidosa se había llenado de varios tamaños de granizo, disfrutó ella con este fenómeno desde su ventana acompañada de su gata Mariana. Y ya más de noche fueron ambas a dormir, cada una en su cama. La cama de Mariana estaba en el comedor.
Al final del juego esta gata traviesa botó todas las bolitas de su cama al piso del comedor y su ama no sabía que hacer, no había escoba que acabará con este caos. Mariana estaba muy feliz, se le veía dormida en una silla patas arriba y a su ama más loca que nunca, atravesada encima de tanta pero de tanta bolita.
Julia del Prado (Perú)
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